Para perderle miedo a la dialéctica.
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Desarrollar el pensamiento dialéctico es fundamental para tener herramientas de reflexión clara sobre la realidad, es decir, es útil incluso para tu vida diaria. No es casualidad que no sea parte de nuestra formación y al final de este pequeño texto veremos por qué. También está asociada al arte de dialogar pero ese no es el sentido sobre el que vamos a avanzar. Nos interesa la dialéctica en el sentido filosófico, como herramienta de pensamiento. En muchos casos te vas a dar cuenta que la tenés incorporada y la aplicás, sin ser consciente que lo hacés. Aún así también en otras circunstancias parece como si no tuvieses idea de que un proceso es dialéctico y lo pensás según la forma impuesta por las ideas dominantes. La meta de este texto es que la incorpores para que enriquezcas tu forma de analizar y que puedas estar atento a que cuando decimos “contradicciones”, “superación”, “movimiento”, “negación”, podemos estar diciéndolo en un sentido dialéctico y no en el lenguaje cotidiano, perdiéndote así, un punto de vista más profundo.
Vamos a empezar por uno de los puntos más interesantes que tiene un sabor a obvio pero también a absurdo y que supone un paso grande respecto de la lógica tradicional. Seré yo mismo el objeto de estudio en cuestión para hacerlo más divertido.
Cuando las cosas son y no son. Su cambio constante.
Si nos preguntamos sobre Gastón diremos: Gastón es una persona nacida en Argentina. Es músico. Estudió bio ingeniería. Le gusta la pintura, la historia y la astronomía. Fanático de los Beatles. Hincha de Boca Jr. No es bueno haciendo más de una cosa a la vez. Es desordenado. Es vegetariano. Pesa 70 kilos. Tiene pelo castaño oscuro y ojos marrones. Por todo esto y otras características que podemos listar decimos que Gastón, ES GASTON y no otra persona.
Esta breve descripción que explica por qué soy quien soy encierra el método en el que hemos sido educados. La lógica detrás de esto nos dice: Gastón es igual a Gastón. De lo contrario, Gastón no sería Gastón. ¿Parece algo obvio y hasta elemental no? Resulta que en realidad es un pensamiento incompleto. Llegamos a este tipo de conclusión que es falsa por una cuestión de analizar de manera reduccionista algo que esconde un proceso más profundo. Ahora veamos por qué.
¿Nos interesa estudiar la abstracción de Gastón, o al Gastón real?. Como Gastón no es una cuestión que puede formularse como una abstracción, debemos estudiar al Gaston real y concreto. Esto nos trae una serie de preguntas. ¿ Gastón siempre fue músico? ¿Siempre pesó 70 kilos? ¿Siempre gustó de la pintura? Bueno, vemos que entonces la primera descripción que hicimos de Gastón es solo una cristalización de características que no nos dicen nada sobre su historia. Porque el de 6 años de edad no es el mismo que el de 20 años. La experiencia de vida ha hecho que su conciencia no sea siempre la misma. Con los años su físico fue cambiando. Incluso tarde o temprano dejará de existir. Si vemos el Gastón de 28 años es feminista mientras que a los 20 años era machista. Incluso casi todas de las células que forman su cuerpo ya fueron reemplazadas por otras nuevas y distintas que quizá a simple vista no pueda verse, pero si en un laboratorio. Entonces Gastón es Gastón y no es Gastón. Con solo ver dos fotos de distintas edades podemos constatar que un Gastón no es igual que otro el Gastón de otro momento, o incluso, de hace un instante.
Esto nos marca algo fundamental: nos interesa ver la historia de lo que estudiamos y no solo un momento. Sino terminamos dándole un carácter abstracto y universal, como si ese momento expresase la totalidad de lo que tratamos de estudiar, y como eso es falso, poco y nada nos dice de la realidad. Cuando decimos historia decimos: espacio y tiempo. Y quien dice espacio-tiempo dice: movimiento, cambio. Lo que no cambia, es sin dudas eterno, es decir que está fuera del espacio y del tiempo, por lo que entonces, lo que no cambia no existe y no tiene historia.
Cuando pensamos en que algo cambia (es decir que sus características son diferentes a lo largo del tiempo) enseguida sabemos que eso no ocurrió por arte de magia sino porque una o varias situaciones concretas se OPUSIERON a un estado específico y como consecuencia generaron algo distinto. Por ejemplo podemos ahora preguntarnos: ¿Cuales son los motivos por los cuales a los 20 era machista y años después feminista? Para entender ese cambio de machista a feminista se lo debe estudiar en como se fue desarrollando la conciencia de Gastón y qué fue ofreciendo resistencia al pensamiento machista para devenir en pensamiento feminista.
Hasta acá vemos dos cosas: que “Gastón” es y no es “Gastón”. Descubrimos que esa “contradicción” es una realidad y que es muy positiva porque nos permite ver que Gastón tiene una historia y que por lo tanto -esa contradicción- expresa un cambio y a su vez, que cada cambio -en este sentido- es expresión de alguna contradicción. Pasamos entonces de pensar que lo que creíamos absurdo – que algo es y no es a la vez- es en realidad la descripción correcta de lo que queremos estudiar. ¿Qué consecuencias traería que esa contradicción no existiese? Pensemos. Si no hay contradicción, es decir, si no hay una oposición, no hay cambios, y si no hay cambios no hay historia, por lo tanto está fuera del espacio y el tiempo. Gastón, de ser siempre igual a si mismo y no tener en sí contradicciones que motoricen cambios, sería solo una abstracción inmutable en el tiempo, sin historia, entonces Gastón no existiría como algo concreto. Tengamos en cuenta que no hablamos de simples cambios en Gastón como podría ser por ejemplo un accidente vial . Sino esos cambios que están relacionados con el desarrollo más profundo.
Analicemos algo más sencillo para ganar claridad sobre lo que queremos ver. Pensemos en una manzana y hagámoslo desde su movimiento, es decir, desde su historia y evolución. Esta manzana no ha sido siempre la misma. Ahora está madura, pero no siempre lo estuvo. La interacción química, el clima, los rayos de sol, por ejemplo, generan cambios constantes que hace de la manzana siempre una manzana distinta. Incluso, si nos remontamos antes de que sea una manzana verde, vemos que no siempre ha sido una manzana, sino una flor. Entonces no siempre ha sido la misma, y por lo tanto, tampoco lo será. Dicho en otras palabras la manzana es y no es la misma manzana si la comparamos a si misma a lo largo de su evolución.
Veamos el caso de un río. Agarramos un mapa y vemos “este es el rio Paraná”, “siempre ha estado allí”, nace del rio Grande y Paranaíba y desemboca en el Rio de la Plata. Es navegable… Por lo tanto el Rio Paraná es el Rio Paraná y no otro río. Ahora, ¿Qué sucede si vamos al rio?. Vemos que el agua circula siempre de manera diferente, que cada olita que se mueve nunca es igual a otra. Vemos que el cambio climático o las estaciones afectan su caudal o que las mareas y lluvias van cambiando su cause. Asumimos entonces que el Paraná tiene una historia y que no siempre su curso fue ni será idéntico. Por lo tanto vemos que en realidad, el Paraná es y no es el Paraná del mapa. Si queremos volvernos expertos en la comprensión del río nos veremos obligados a pensarlo de este modo y buscar comprender por que el Paraná es y no es el Paraná. De lo contrario, si siempre fue y será igual a si mismo, es decir, al Paraná descrito en el mapa, con que alguien haya realizado un estudio en algún momento, será suficiente para que nunca sea necesario volver a hacerlo. ¿Pero la realidad se comporta de ese modo? No, nunca el rio es el mismo.
Obviamente en algunos casos nos es suficiente saber que ese río del mapa es el Paraná y no otro. De la misma manera que para tomar lista de presentismo nos es suficiente saber lo mínimo de una persona, y no su historia. Pero esto es solo una cuestión práctica. Es decir, a los fines prácticos, no es necesario estar pesando todo de forma dialéctica. Pero debemos estar alerta de saber cuando SI o SI debemos emplearla.
Hasta acá llegamos al punto más importante sobre la dialéctica: ver que todo es movimiento y cambio. Esta manera de pensar es la superación de la lógica con la que fuimos educados. Esto no implica desechar a la lógica formal sino ampliar la cantidad de herramientas intelectuales que tenemos para reflexionar y saber cuando utilizar una y otra. Así como hay una matemática simple y elemental y otra avanzada y profunda pero que están relacionadas íntimamente, lo mismo ocurre aquí. Para calcular la superficie de una mesa para comprar un mantel, nos basta con una simple multiplicación de lado por lado. No usaríamos, en este caso, el cálculo diferencial con la integral de la función que representa la superficie de la mesa.
Podemos hacer un ejemplo más para ir viendo las consecuencias de esta forma de reflexión. Se nos enseña que Argentina es un país que siempre será el mismo país, con una identidad que no podemos alterar, porque Argentina es Argentina por todas esas características por las cuales es Argentina. Pero si vemos la historia, vemos que en realidad Argentina no siempre existió y que la identidad que le atribuimos tiene una historia y un desarrollo. Por lo tanto, si ha “nacido” y ha sufrido cambios, porque no pensar que algún día Argentina no será Argentina y será algo distinto y quizá deje de existir para dividirse en miles de pedazos o para integrarse en otro tipo o forma de división política. ¿Será que nos quieren hacer creer que el desarrollo histórico ha culminado y que lo establecido es eterno? En este sentido ¿Debemos pensar a la Argentina con la lógica tradicional o dialecticamente? Para los fines de ubicarla en un mapa político mundial del siglo XX, con la lógica tradicional nos es suficiente. ¿Pero si queremos comprender su desarrollo histórico nos basta la lógica formal? No.
Procesos que se suceden unos a otros.
Reflexionando nuevamente sobre la manzana. Si vamos más allá con su estudio vemos que es fundamental saber que viene de una flor de un árbol y que ella misma con el tiempo, luego de madurar, de tener las condiciones necesarias, la semilla que lleva en su centro dará un brote y luego crecerá un árbol de manzanas, que si bien será “un árbol de manzanas” no será el mismo del que vino y que además dará otras manzanas, similares en apariencia pero totalmente diferentes. Y también esto nos lleva a analizar en que condiciones crece este árbol, como interactúa con el suelo y otros organismo. Es decir, nos damos cuenta que para analizar nuestra manzana de forma científica es fundamental estudiar toda la cadena de procesos previos. Vemos que un proceso se entrelaza con otro y constatamos nuevamente que existe un cambio que conecta el pasado con el presente y que luego, este presente, resultado de nuevos procesos, será pasado y así continuando en tanto exista. Todo se transforma en un constante devenir. Obviamente, a los fines prácticos si vamos a una verdulería a comprar manzanas para una ensalada de frutas, nos basta con saber lo mínimo de una manzana.
En algunas áreas de la ciencia, el profesional, utiliza este método dialéctico pero de manera inconsciente y luego suele ser en muchos casos incapaz de aplicarlo fuera de su trabajo. Antes de que Darwin haga su aporte sobre la evolución se creía que las especies eran categorías fijas que existieron desde siempre. Pero a la luz de sus investigaciones se pudo entender que hay un proceso de cambio constante y que nos permite comprender que las especies no son categorías fijas sino que se vinculan entre sí y que cambian constantemente según los desafíos del medio ambiente, las mutaciones y cruces genéticos. Esto que hoy nos parece claro para las especies, no nos parece tan obvio para el resto de las cosas. En la medida que avanzó la comprensión de la naturaleza y también de la sociedad pudimos constatar que se comportan de manera dialéctica. No obstante debemos aclarar que la naturaleza, el pensamiento y la sociedad no pueden ser analizados de la misma forma porque hay cuestiones objetivas y subjetivas que nos obligan a desarrollar una dialéctica para la naturaleza y otra más compleja y profunda para las sociedades y el pensamiento.
Ya mismo podemos suponer que: 1-como todo está en un proceso de cambio, todo momento o etapa es transitorio. 2- que el cambio está impulsado por algo que se opone y expresa una contradicción. 3- cada proceso y cambio está ligado a otros procesos anteriores.
Una vez asumido que el “cambio” lo es todo, porque allí damos cuenta que las cosas existen, nos viene la pregunta obvia: Si hay cambio ¿Cómo podemos describirlo? La mitad del problema ya lo tenemos resuelto: lo que cambia, cambia, porque se le opone algo, ya que de lo contrario, si nada se le opone, ¿Por qué cambiaría? Esa oposición -que luego veremos con detalle porque no hablamos de cualquier tipo de oposición- como es de esperar, interfiere y genera un nuevo estado de las cosas. Si observamos con atención advertimos que hay dos tipos de cambio: 1- el que es gradual, que puede llegar a ser difícil de percibir. 2- el que es un cambio tan evidente que nos da la sensación de que se produjo un salto de un estado particular a otro muy diferente.
Cambios cualitativos y cuantitativos.
Pensemos en una olla con agua sobre el fuego. Si tomamos la temperatura veremos que va subiendo. Observamos un cambio en la cantidad de calor del líquido: 20 grados, 35 grados, 75 grados, etc.. Vemos que el agua sigue siendo liquido pero con diferente temperatura. Apreciamos entonces que hay un cambio en cantidad en una de las características: su temperatura. Pero cuando estamos llegando a los 100 grados ocurre algo más interesante: el agua comienza a evaporarse. Es decir vemos un cambio de otro tipo: ya no se trata de cantidad de calor, ahora hay un cambio “cualitativo”, de liquido a vapor. Es decir, un cambio de “calidad” que da cuenta del resultado de la acumulación de muchos cambios cuantitativos. Las cualidades del vapor y liquido son totalmente diferentes. Son de un orden superior respecto a las diferencias existentes entre el agua a 20 y 50 grados centígrados. Nosotros sabemos todos los motivos por los cuales el Agua es el Agua y no otra cosa. Pero también sabemos que el agua a 70 grados podría aniquilar determinadas formas de vida mientras que para realizar una infusión no está suficientemente caliente. Es decir, dependiendo de la temperatura, para algunos fines, no nos dará lo mismo que la idea abstracta de agua nos diga: el agua es el agua y no otra cosa. Mucho más si ésta cambió de fase y ahora es vapor.
En nuestro experimento el agua que tenemos en la olla hasta los 99 grados centígrados se comporta de una manera específica. Y ocurre algo muy interesante: vemos que por un momento (que durará en función de las condiciones en la que realicemos este experimento) el agua convive en dos fases distintas: vapor y líquido. ¿De qué depende de que toda la fase líquida se vuelva vapor o el vapor vuelva a ser líquido? De la cantidad de calor que siga recibiendo. Esta cantidad de calor, de ser suficiente, genera en el agua liquida, por los sucesivos cambios de cantidad, su negación, es decir, vapor, que terminará por superarla si se dan las condiciones necesarias. ¿Podría haberse dado el cambio cualitativo liquido-vapor de no ser que el agua liquida contenía en si mismo la posibilidad de ser vapor? Entonces concluimos que del mismo líquido se engendra su contradicción: el vapor no aparece por magia.
Pensemos ahora en un ejemplo distinto. En un bebé. ¿Cuántos intentos de pararse realiza antes de caminar? Si vemos a un niño muy pequeño vemos como intenta pararse por primera vez. Se cae. No tiene equilibrio. Pero de a poco, a pesar de no llegar a caminar o mantenerse erguido por más de unos segundos, vemos que progresa. Con cada golpecito, con cada intento, va acumulando una experiencia en su cerebro que en un determinado momento será suficiente para empezar a caminar. De estar gateando a estar parado vemos un salto cualitativo. Los progresos intermedios antes de llegar a estar parado son la expresión de los cambios cuantitativos: pequeñas sumas de experiencia que van ayudando a dominar el equilibrio.
Las contradicciones dialécticas y las “oposiciones” que venimos mencionamos.
Como pueden ver en estos ejemplos el salto de calidad, cuando ocurre, tiene cierta convivencia con el estado anterior de las cosas. El agua se evapora pero a la vez, durante algún período de tiempo que dependerá de las condiciones especificas dadas, hay agua en estado líquido: no se evapora instantáneamente en su totalidad. El bebé que se para por primera vez, da los primeros pasos, pero probablemente vuelva a caerse hasta dominar definitivamente la cuestión: no camina como un adulto de un instante al otro. Esta “convivencia” pone en manifiesto una lucha que es expresión de que tiene en sí misma lo que le es contrario, a veces de manera muy evidente, otras menos. Caminar es en el crecimiento de un bebe una oposición a gatear. Pero no es una oposición salida de la nada: nunca el bebe hubiese intentado pararse de no tener incorporada dicha contradicción. Es decir, cuando hablamos de contradicciones dialécticas no nos referimos a meras oposiciones cualesquiera sino aquellas que están íntimamente relacionadas con lo que estamos estudiando y que forman un todo que lucha entre sí hasta la superación de uno sobre el otro generando un nuevo estado.
Pensemos en la vida y la muerte. Desde el punto de vista que se nos enseño en la escuela, se está vivo o se está muerto. Pero desde el enfoque dialéctico notamos algo más profundo. Vemos que vivir y morir son contradicciones inseparables. Cuando vemos lo que ocurre biologicamente en nuestro cuerpo, en la medida que pasa el tiempo, las células van muriendo, las capacidades fisiológicas deteriorándose y así no acercamos a nuestra muerte. Vemos que hay una sucesión de procesos y cambios cuantitativos que se van acumulando. Llegado un momento nuestras funciones vitales dejarán de funcionar y veremos que los cambios cuantitativos acumulados devienen en un cambio cualitativo: la vida se transformó en su contrario, es decir, en muerte. No obstante vemos que aún siguen células vivas por un lapso de tiempo y que la muerte contiene en sí misma su contradicción: vida. Continúan luego otros procesos que dan continuidad a más cambios, movimientos y con nuevas contradicciones.
Pasando en limpio. Los cambios -dialécticos- están relacionados por cuestiones antagónicas: liquido-vapor, gatear-caminar, fruto-semilla, vida-muerte, etc. A estas oposiciones las llamamos contradicciones. Y no son contradicciones cualquiera, son contradicciones de tipo dialécticas (recordemos que usamos el término dialéctica en el sentido filosófico no en la cuestión asociada a dialogar). Son “negaciones” de un estado de las cosas por otro distinto. Pero son negaciones que están contenidas en el mismo objeto que se estudia. Vemos que estas negaciones y contradicciones son el motor que dinamiza la realidad. Encontramos finalmente que cada cosa contiene es sí misma a su contradicción. Y esta conclusión es el corazón de la dialéctica.
Si leyeron hasta acá, y se están preguntando, ¡¡¡Gaston!!! ¿’Por qué querés que leamos esto si sos activista y siempre nos rompes con otro tipo de temas? En breve se van a sorprender!!!
Empezando a aplicar la reflexión dialéctica a la sociedad.
¿Que ocurre si utilizamos esto para pensar la sociedad? ¿Si pensamos el sistema capitalista que todos los santos días nos exprime? Vamos primero por lo que se nos ha enseñado desde la lógica no dialéctica. Nos han dicho: “Esta es la sociedad que tenemos, siempre ha sido así y siempre lo será”. “Pobres y ricos hubo siempre” “La prostitución es el trabajo más antiguo” “Tenemos democracia, el mejor sistema de todos, ya alcanzamos el máximo sistema” “gracias al empresario tenemos trabajo”. Bueno, veamos.
Primero, como ya hemos demostrado, lo que no cambia, simplemente, no existe. Como nosotros en nuestra experiencia diaria estamos inmersos en un sistema dado, en el cual vivimos, sabemos que existe, por lo tanto, si existe, está en movimiento, es decir está en constante cambio. Lo hace entonces, de forma dialéctica: no son cambios azarosos. Esto no es menor. Porque de aquí parte la posibilidad de plantearse “cambiar el mundo”.
Podemos ahora hacer una descripción de la sociedad capitalista. Llegarías, como en los ejemplos del principio, a advertir que en realidad la sociedad capitalista no es siempre igual, sino que tiene cambios: no es el mismo capitalismo el del siglo XIX que el del siglo XX, ni el capitalismo de entre guerras es el mismo que el neoliberal de los 90, y que a su vez, en la historia de la humanidad, no siempre ha existido el capitalismo. Y aquí nos vemos obligados a que si vamos a estudiar la sociedad capitalista no podemos detenernos unicamente en “existe una clase social que posee los bancos, industrias, medios, etc., y otra que vende su fuerza de trabajo a esa clase a cambio de un salario para poner en marcha dichas posesiones” porque no la veríamos en su movimiento sino solo en alguna de sus características y no podríamos deducir como orientar nuestra lucha. ¿Se puede entender en profundiad como la manzana llega a ser esa manzana sin entender el árbol del cual vino? ¿Nos interesa ver la abstracción de una manzana sin historia ni cambios, es decir sus características elementales más generales y de solo un momento, o más bien cómo es que la manzana verde madura, que condiciones son necesarias para que de su semilla crezca otro árbol? Volviendo a nuestro caso: ¿Vemos al sistema actual como algo siempre igual a si mismo, es decir, como algo perpetuo sin cambios que solo existe como abstracción, o como un sistema en movimiento que tiene una historia y que existen procesos concretos que podemos estudiar para entender así sus constantes cambios? ¿Existe relación alguna entre los sistemas previos, esclavista, feudal, y el capitalista? Y si existen esas relaciones, ¿cómo han desarrollado y cómo se vinculan? ¿Cómo se presentan las contradicciones en este desarrollo? ¿Cómo nos ayuda la dialéctica a estudiarlo correctamente?
Rastreando los procesos, cambios y contradicciones -dialécticas- en la historia.
Con estas preguntas que quizá nunca nos hayamos hecho -que responderlas en profundiad implican un extenso estudio que excede este texto- podemos anticiparnos y analizar brevemente algunas cuestiones: Si la explotación se da de una clase social sobre otra, implica entonces, cierta organización social donde existen clases. Como hablamos de algo concreto que existe, debe tener una historia, porque nada surge por arte de magia sino por la concatenación de procesos. Entonces las sociedades de clases y las clases tuvieron un principio.
¿La organización de las primeras tribus cazadoras era la misma que la organización surgida tras la domesticación del los animales y los conocimientos en agricultura? ¿Qué ocurrió cuando el humano aprendió, con la experiencia acumulada, es decir, con los cambios cuantitativos de conocimiento, que con la siembra puede garantizarse alimento para toda la comunidad y asentarse en un mismo territorio? ¿Cómo afectó al desarrollo social las técnicas que permitieron producir más de lo que se consumía y así aparecía un excedente que podía intercambiarse con otros grupos de individuos? Con estas preguntas ya empezamos a sospechar como se entrelazan los procesos. De una cuestión emergen otras. Vemos cómo se relacionan y que existe un movimiento continuo. Una vez más reafirmamos, a la luz de la historia, que nunca existió un sistema acabado sino, todos han sido transitorios. No hay razón para pensar que vivimos una excepción. Profundizar en estos temas requeriría libros completos especialmente dedicados. “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado” de Engels es un buen ejemplo.
Pero hoy hablamos de oposiciones y contradicciones. ¿Que lugar tienen las contradicciones dialécticas en esta cuestión? Mencionamos, muy brevemente, que las sociedades humanas no siempre han sido de clases. Deducimos que las clases tienen una historia y por lo tanto un desarrollo. Cuando nos ponemos a estudiar como evolucionaron las sociedades notamos que las diferentes clases, oprimidas y opresoras, se relacionan en una oposición donde ninguna tiene sentido sin la otra. El amo, es amo, en tanto tenga esclavos. El esclavo, como parte de una clase social, tiene intereses diferentes a los intereses del amo. Esos intereses contrarios y antagónicos expresan una lucha. Este proceso tiene como eje el desarrollo de las fuerzas productivas. Es decir, de aquello que crea la riqueza y que es la razón por la cual una clase busca someter a otra y mantener algún tipo de beneficio o privilegio que según el período histórico tendrá sus propias características. Como es de esperar esta lucha entre las clases con el tiempo que dará como resultado un sistema distinto.
Vemos también, cuando estudiamos el desarrollo histórico, que las clases que darán fin a un sistema son engendradas por este mismo. La burguesía se gestó en el seno del sistema feudal hasta que fue lo suficientemente fuerte para acabar con ese sistema e imponer el suyo propio: capitalismo. La sociedad feudal engendraba en si misma su negación, que de prosperar las condiciones necesarias, la transformaría en su contrario. Esa transformación es un salto cualitativo mientras que el desarrollo de las condiciones necesarias son muestra de los cambios cuantitativos. Pero es importante recordar que no todo se pierde y que el sistema nuevo posee en su interior parte del sistema que superó. Podemos ver por ejemplo como existen hoy día títulos de nobleza en algunos países europeos. No olvidemos que la “oposición” de la que venimos hablando desde el comienzo se llama en dialéctica “negación”.
Entonces vemos que el sistema capitalista no existió siempre. Sino que fue producto de la lucha de clases dentro del sistema feudal posibilitado por el desarrollo de nuevas formas de producción que dieron lugar al desarrollo de la clase burguesa, que a su vez fue posible por las ideas de los pensadores de la Ilustración. Y como todo se relaciona y cambia, también sus mecanismos de dominación no son los mismos que los de la clase que depuso. Así como el sistema feudal o el esclavista tuvieron su nacimiento, desarrollo, apogeo, decadencia y su superación -a fuerza de las contradicciones propias de cada sistema-, nada parece indicar que el sistema actual escapa al desarrollo dialéctico. Pero ojo! La hisotria nos muestra “retocesos” que también se apegan a la dialéctica y que demuestran que el destino no está necesariamente determinado.
¿Y nosotros?
Es hora de pensar en nuestra clase. La trabajadora. Esa que aparece con la burguesía y que hoy es la clase más numerosa de toda la historia de la humanidad. Aquí tenemos nuestra contradicción: una clase capitalista y una trabajadora que tienen intereses contrarios y que dan una lucha constante (recuerden que el corazón de la dialéctica es la lucha constante de los contrarios que dan un continuo cambio y moviemiento). ¿Dónde está esa lucha? A veces se da en revueltas populares. Otras de maneras más sutiles como exigir un aumento de sueldo, la lucha por menor tiempo de trabajo o la conquista de derechos como por ejemplo las vacaciones. Los trabajadores y los patrones viven constantemente en una lucha: “te pago para que trabajes para mi y aumentar mis ganancias” vs “quiero trabajar para mí y ser dueño de lo que produzco”. Estas oposiciones, sutiles o bruscas, son la expresión viva de la lucha de clases en el capitalismo. También se la ve en las ofensivas de la clase dominante cuando por ejemplo limitan los derechos de la clase trabajadora, cuando se persigue a los trabajadores organizados u activistas, desarrollan nuevos mecanismo de dominación, etc., o llegan incluso a instalar dictaduras militares para barrer con todo lo “peligroso para el sistema de dominación”.
Ahora que nos valemos, aunque muy superficialmente, de la dialéctica ¿puede alguien decirnos que todo ha sido siempre igual y que por lo tanto lo seguirá siendo y que nos quedemos “tranqui”? ¿Que la injusticia y desigualdad es eterna? ¿Es la conciencia del humano siempre la misma y que explotar a unos y a otros es algo inevitable? Si la clase burguesa aplastó al feudalismo e impuso un sistema que le permitiría ejercer el poder por sobre el resto de las clases, ¿No es la clase trabajadora la negación en esta contradicción que motorizará el cambio a un sistema que aplaste a la clase burguesa y termine, por ejemplo, con el hambre en el mundo? ¿Puede la clase trabajadora cambiar las relaciones de fuerza y ponerse sobre los capitalistas para iniciar un cambio de sistema?
El capitalismo, entonces, engendra en su interior su negación, la clase trabajadora que al volverse consciente de si misma vence la dominación ideológica lucha por el socialismo. Una de las particularidades del capitalismo es que en la medida que crece el sistema hace a la clase trabajadora más y más numerosa agudizando las contradicciones a la vez que desarrolla mayor artillería ideológica y material para impedir su superación: todos los aparatos ideológicos como escuela, religión, medios de comunicación hasta los represivos y servicios de inteligencia están al servicio de la clase dominante. Si no montan todos los mecanismos de dominación ¿Cómo hacen para contener el peligro del desarrollo de la conciencia en los trabajadores? Cada avance que damos en la lucha, cada avance de conciencia que desarrollamos como clase trabajadora, es decir que se reconoce como perteneciente a una clase con intereses propios y opuestos a los de su opresor, cada conquista por pequeña que sea, representa pequeños cambios de cantidad, que llegado un momento nos permitirá dar un salto cualitativo. Vemos que eso ocurre desde la barbarie, el sistema esclavista, el feudal hasta llegar al capitalista. Nuevamente, ¿Qué nos hace pensar que este sistema no es transitorio? Pero recordemos que nada ocurre por si solo sino si se desarrollan condiciones necesarias. El agua no será vapor si no acumula el suficiente calor. La manzana no dará un árbol si no cae en suelo fértil. En nuestro caso, es mucho más complejo: necesitamos desarrollar la conciencia de toda la clase trabajadora. Porque ojo, como la historia no está determinada, si no hacemos lo necesario en lugar de una sociedad más justa el capitalismo podría llevarnos a una barbarie gigantesca: ya empezamos a ver gigantescas migraciones, desastres ambientales, brotes fascistas, miles de millones sin acceso al agua potable y en pobreza extrema, extinción de especies, etc.
¿Cuales son nuestras metas como clase? Primero que la clase dominante sea la clase trabajadora, para así poder enfrentar a la pequeña -en número- pero poderosísima clase capitalista. Este período es el que vivimos seamos consciente de ello o no. Luego, si miramos al futuro, de esa etapa transitoria -que necesitará de todos nosotros y que no sabemos cuanto durará-, una vez que la burguesía sea fagocitada por los trabajadores, la clase trabajadora dejará de existir como tal y se construirá un sistema sin clases, es decir, sin opresores ni oprimidos donde se tomará lo mejor de este sistema y se avanzará a uno superior.
Cuando uno aprende todo esto, lo primero que hace es tratar de ver que en todos lados está presente la dialéctica y esto puede ser síntoma de que aún no se la comprendió correctamente. No todos los cambios son de tipo dialéctico. Si pensamos en el ejemplo de la manzana vemos que una cosa son los cambios provocados por su dinamismo natural: maduración, brote de semilla, etc., mientras que hay otros cambios que no tienen que ver con esto: la arrancaste del árbol y te la comiste. Vemos que son cambios distintos. Uno corresponde a la evolución de la manzana y el otro a un hecho tiene más que ver con tu intención de comer una manzana que con su desarrollo. Pensando en el río, si construimos una represa, el rio sufrirá cambios enormes. Pero no debido a su evolución propia del rio y la naturaleza. Y si pensamos en la sociedad, si cayese un meteorito redujera la existencia humana al salvajismo, claramente, no fue un cambio dialéctico. Sí lo sería si producto de las contradicciones del sistema capitalista, terminamos en la barbarie (cosa que es muy probable si no luchamos para apoderarnos del destino de la humanidad).
Hay que remarcar que entender el desarrollo dialéctico de la sociedad y el pensamiento es más complejo que en la naturaleza. Partiendo del hecho de que el humano está cargado de una subjetividad que no está presente en una manzana o un río o que las sociedades son profundamente complejas, es sencillo comprender que requiere un estudio mucho más extenso y exhaustivo. Los ejemplos aquí utilizados, al estar orientados para ser un primer y superficial acercamiento a la dialéctica, se valen de simplificaciones que son contrarias a la esencia del método dialéctico pero que nos ayudan a tener un primer vistazo. La dialéctica nos lleva a analizar todos los aspectos de una cuestión y como se van desarrollando.
Y recordemos algo que se mencionó: tampoco podemos concluir que haya un determinismo que nos diga “como esto es transitorio, ya se superará.. solo hay que esperar” o que “todo cambio es superador, por lo tanto, siempre se evoluciona en el buen sentido”. No es así, nosotros somos parte activa de como se orienten los cambios.
De esta manera, muy superficial y a modo de primera aproximación, la reflexión dialéctica se transforma en un punto de partida para todo análisis profundo que sirve de herramienta para el profesional -en el área que sea- y también para el trabajador que día a día se somete a la explotación del sistema. Una vez incorporada, el pensamiento se enriquece y se transforma en un arma letal contra la ignorancia impuesta por el sistema cuyo fin es la perpetuidad de las formas de explotación.
SE PUEDE Y DEPENDE DE NOSOTROS!!!
Gaston Sardelli.